Somos autónomas cuando decidimos sobre nuestros cuerpos y vidas

Doribel vive en una comunidad rural del Norte y está preocupada. Acaba de nacer su tercer hijo y se siente desgastada por la negociación con su marido para que le “diera permiso” de operarse y evitar más hijas e hijos. “Yo he ido abriendo los ojos poco a poco así platicando con mujeres organizadas, pero cada vez que digo lo que opino, él siente que le llevo la contraria y se pone delicado. ¿Ideay? Yo solo estoy en la casa criando chigüines, haciendo los oficios y ayudando en la siembra. Yo lo atiendo bien y no le falto, pero no quiere dejarme ir a chequeo médico porque cree que cualquier hombre me puede enamorar. Me siento abatida con este problema”.

La situación de Doribel no es ajena para muchas mujeres en Nicaragua. Este es un ejemplo claro de cómo el machismo limita la vida de las mujeres, las violenta e impide el desarrollo de su autonomía, en especial sobre el propio cuerpo. “La autonomía es la capacidad para tomar decisiones sobre mí misma, mi vida, presente y futuro”, nos explica Ruth Marina Matamoros, sicóloga de Grupo Venancia con más de 20 años atendiendo a mujeres que viven violencia. Y añade que muchas tienen dificultades para tomar decisiones autónomas debido a estereotipos y mandatos de género que limitan su capacidad para tomar decisiones.

Hacerle caso a un hombre en todo solo porque es el marido, aún a costa de nuestra salud, es un ejemplo de cómo la sociedad machista fomenta la superioridad masculina y la sumisión de las mujeres. La autonomía corporal consiste en tener el poder y la capacidad de decidir sobre nuestros cuerpos y futuros, sin violencia ni presiones, plantea la campaña global de este año del Fondo de Población de Naciones Unidas, conocido como Unfpa por sus siglas en inglés. Este 11 de julio se celebra el Día Mundial de la Población y este año el llamado se centra en promover la autonomía corporal, que está ligada a la libertad para decidir si queremos tener relaciones sexuales o no, cuándo y con quién, si queremos ser madres o no, usar anticonceptivos, operarnos para no tener más hijos e hijas e ir a chequeos médicos cuando sea necesario.

Según las Naciones Unidas hay tres preguntas que podemos hacernos para saber si tenemos autonomía corporal:

  • ¿Quién suele decidir sobre la atención de mi salud?
  • ¿Quién suele decidir sobre si debería usar o no anticonceptivos?
  • ¿Puedo decir que no al marido o pareja si no quiero tener relaciones sexuales?

Las mujeres que toman sus propias decisiones en estos tres ámbitos tienen autonomía para decidir sobre su salud reproductiva y están empoderadas para ejercer sus derechos reproductivos. Muchas, como Doribel, no la tienen. De hecho, poco más de la mitad de mujeres y niñas a nivel mundial (55 %) son capaces de tomar sus propias decisiones en estas dimensiones, según el informe Mi cuerpo me pertenece /Estado de la población mundial 2021, del Unfpa.

No queremos más niñas encerradas y dependientes

“Las limitaciones para la autonomía e independencia de las mujeres tienen que ver con estereotipos de género. Creer que una mujer debe depender de un hombre y que ellos son independientes por naturaleza es un error, ahí vemos que es una enseñanza y mandato de la sociedad patriarcal. Para esto no solo es importante que te permitan tomar decisiones, sino tener información y medios, por eso es parte del empoderamiento. La autonomía de nuestro cuerpo y vida tiene que ver con la capacidad de acceder a los recursos que nos dan esa posibilidad de ser autónomas”, explica Ruth. Y agrega que alguien que no tiene acceso a la educación, a relacionarse con otros niños y niñas no puede ir desarrollando esta capacidad.

La sicóloga feminista plantea que la autonomía se construye desde chiquitas e ir a la escuela es fundamental. Está demostrado que a mayor nivel educativo hay más probabilidades de tomar nuestras propias decisiones en el uso de anticonceptivos y la atención de la salud, así como de negarnos a tener sexo si no queremos o defendernos cuando vulneran los derechos.

Ruth nos alerta para respetar el derecho a la recreación y al juego, de las niñas en especial, porque es una actividad que dirige el desarrollo físico y mental. Ella pone de ejemplo a una chavala que camina en bicicleta y “ve literalmente cómo se mueve el mundo, cómo funcionan las cosas, y así desarrolla su cerebro y mentalidad”. Añade que cuando creamos independencia emocional y física es cuando podemos estar en capacidad de tomar nuestras propias decisiones libre de ataduras.

“Si tenés una niña solo encerrada en la casa haciendo los trabajos domésticos no va a tener ninguna posibilidad de conocer el mundo afuera, al que se va a tener que enfrentar a medida que vaya creciendo y no tendrá muchas herramientas para hacerlo. Y no solo se trata de aprender a enfrentar dificultades, sino también ver las oportunidades de crecimiento. Es importante que las niñas tengan las oportunidades para crear criterio propio y tomar decisiones por sí mismas, para eso tenemos que ir venciendo los prejuicios y estereotipos de género” finaliza la sicóloga.

Fuente documental: ¿Qué es la autonomía corporal?

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