Ninguna mujer debe morir en nombre del amor

El pasado 9 de abril recibimos la terrible noticia de una quinceañera asesinada por su novio en Quilalí. Tras una discusión, Iris Jael Herrera Córdoba fue apuñalada de muerte por Oscar Octavio Cornejo Blandón, un hombre de 25 años, que luego se suicidó a su lado. Un hecho que refuerza la necesidad de tomar acciones preventivas para cambiar esa mentalidad machista que cree que nuestros cuerpos y vidas les pertenecen en nombre del amor.

En este caso queremos resaltar dos aspectos de los que no se ha hablado lo suficiente: la normalización de relaciones amorosas entre niñas-adolescentes y hombres adultos; además de la violencia en el noviazgo, amparada en lo que como feministas denominamos “mitos del amor romántico”.

En Nicaragua y en muchas partes del mundo es delito que un hombre adulto se relacione erótica y afectivamente con niñas y adolescentes en el plano romántico. En este caso no hablamos de violación o abuso sexual, sino cuando el hombre “enamora” o seduce a una chavala para tener relaciones sexuales “con su gusto”.

Aunque no sabemos si es el caso, aprovechamos esta experiencia para señalar que el Código Penal vigente en Nicaragua prohíbe este tipo de relaciones. En su artículo 170 define el estupro así: “Quien estando casado o en unión de hecho estable o fuera mayor de edad, sin violencia o intimidación, acceda carnalmente o se haga acceder por una persona mayor de catorce y menor de dieciséis años, será sancionado con pena de dos a cuatro años de prisión”. Es decir, este delito solo cubre a hombres que tienen relaciones sexuales con chavalas entre 14 y 16 años, ya que si lo hacen con una menor de 14 es violación digan lo que digan, y aunque la niña lo defendiera diciendo que fue “con su gusto”.

El Art. 171 establece como Estupro agravado “cuando sea cometido por quien esté encargado de la educación u orientación espiritual, guarda o custodia de la víctima o por persona que mantenga con ella relación de autoridad, dependencia o familiaridad o comparta permanentemente el hogar familiar con ella, se impondrá la pena de prisión de cinco a diez años”. En este caso se refiere a maestros, pastores, curas, tutores, entre otros.

No es “normal” ni “natural”

Pero en nuestro país vemos que se han naturalizado este tipo de parejas donde hombres mayores de 18 cortejan, se llevan chavalas y conviven con ellas sin que haya grandes problemas. Por eso es importante tomar conciencia que ninguna niña o adolescente, por muy desarrollado que tenga el cuerpo o una mente precoz, tiene el desarrollo necesario para consentir una relación sexual, mucho menos de pareja. Consentir no es solo decir sí, sino saber lo que implica eso que estás haciendo, por lo tanto, una adolescente no tiene el desarrollo integral ni la experiencia necesaria para tomar una decisión de ese calibre.

“Esta niña, aunque jalara con permiso, ella tenía 15 y él 25; una adolescente y un adulto. La diferencia de edad conlleva la posibilidad de una relación de dominio y autoritarismo por ser hombre y mayor que ella. Por eso hace falta que desarrollemos más campañas para sensibilizar a la sociedad para que dejemos de normalizar delitos como estos”, nos dice Ruth Marina Matamoros, sicóloga de Grupo Venancia que tiene más de 20 años atendiendo a mujeres sobrevivientes de violencia.

La sicóloga nos explica que en muchos casos las mujeres buscamos llenar los vacíos que tenemos en las relaciones con los hombres, como el “amor incondicional” que se espera den las madres. “Las chavalas son presa fácil de encontrar el afecto en aquel amor incondicional: te acepto seás quien seás y hagás lo que hagás, que está íntimamente ligado a la violencia en el noviazgo”.

Y analiza que en un video que circuló de Iris practicando el baile de 15 años con su novio donde ella goza riendo y mucha gente puede suponer que se llevaban bien y eran felices, “pero cuantas historias hay de mujeres donde sus relaciones tienen buena pinta, pero no conocemos lo demás”, apunta.

También menciona que cuando las mujeres ya no quieren seguir porque su novio es muy controlador o cree que es de su propiedad, porque son muy celosos, no las dejan tener amigas, quieren saber todo y revisar sus cosas y redes sociales… “al decirles que no, algunos piensan que tiene otro o que no tiene derecho a dejarlo y es cuando viene la violencia”, comenta Ruth.

Es probable que en el caso de Iris haya habido muchas expresiones y conductas de control antes de ese hecho. En estos días tan inseguros para las mujeres, hay novios controladores que encubren su violencia como preocupación o amor “y pensemos ay qué preocupado, me cela porque me quiere, quiere saber dónde estoy; es celoso, pero es bueno. Es importante que las chavalas tomen conciencia que lo que parece no es, que no todo lo que brilla es oro”, argumenta Ruth. No sigamos confundiendo acciones de control como muestras de afecto.

Destaca que muchas veces en las relaciones solo se muestra lo bonito, pero sabemos que hay mujeres que esconden sus golpes y heridas porque sienten que la gente las va a criticar: “Primero porque van a decir que es tonta y aguanta y por qué no lo deja, y la segunda es que cuando la gente se dé cuenta que le pega, puede pensar eso es que se las andaba pegando. En cualquiera de los casos es un estigma que se carga”, expresa Ruth.

Además, llama a reflexionar que para una mujer dejar a un hombre no es tan fácil. “Primero, por el miedo, y segundo, por la ilusión. Ya lo hemos visto en el ciclo de la violencia, la esperanza de que él cambie porque te promete que va a hacerlo, y como hay momentos donde sos feliz, podés pensar que puede ser que ese momento regrese si tan solo vos te esforzás un poco más para que la relación dure, porque él ya te lo prometió”.

La especialista española en este tema, Coral Herrera, explica que “la cultura cristiana nos ha transmitido el placer del sufrimiento, que consiste en creer que para conseguir el amor verdadero hay que sufrir mucho, hay que aguantar mucho y hay que pasarlo muy mal. Este mensaje se transmite principalmente a las mujeres, que somos las que tenemos que aguantarnos, sacrificarnos y renunciar a todo. El amor romántico tal y como lo concebimos es muy violento, se ha disfrazado de amor lo que es control y dominación”, explica en una entrevista con el diario español Público.

Y añade que todas nuestras relaciones están basadas en jerarquías donde a veces mandamos y otras obedecemos. “Todo el amor romántico está construido en este binomio de sumisión-dominación, es decir, uno domina y otro se somete. No nos enseñan a relacionarnos horizontalmente, de tú a tú, de igual a igual. Y como vivimos en una sociedad tan machista, nuestra forma de querernos es machista y por eso siempre la sumisión es de la mujer ante el hombre”. Por eso coincidimos totalmente con lo expresado por una prima de Iris: “Ella no lo buscó, no lo merecía y tampoco fue la culpable”.

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