El horror de sus torturas y violaciones quedó inmortalizado en dos poemas y una canción. Las “mujeres de El Cua” eran un grupo de mujeres que apoyaban a la naciente guerrilla sandinista en los años 60, aunque no eran originarias de ese municipio de Jinotega, sino de El Bijagual y Kuskawás (Matagalpa).

Sus maridos y otros familiares comenzaron a organizarse en sindicatos de la mano del líder campesino Bernardino Díaz Ochoa, y de ahí, pasaron a formar parte de las columnas guerrilleras anti-somocistas instaladas en la zona de Zinica (Waslala), según relato de Benigna Mendiola, esposa de Bernardino, a El Nuevo Diario en 2007.
En 1968, María Venancia Hernández era una anciana de 92 años que había sido cocinera del Ejército de Sandino, y junto con su hija Petrona ─más conocida por su seudónimo Amanda Aguilar─, y una amplia parentela, apoyaban en todo lo que podían al movimiento guerrillero.
Los relatos históricos indican que las primeras acciones de represión de los Somoza fueron contra las bases campesinas del Norte, que mantenían vivo el legado de la lucha de Sandino. Y fue en medio de esa persecución que les llegó el aviso de que los soldados de la Guardia Nacional andaban en operativo buscando a sus familiares.

Aunque hay una confusión con fechas y eventos, algunas fuentes coinciden en que en 1968, tras la quema de sus viviendas, todas las familias se dispersaron y un grupo de 19 personas, entre mujeres y sus hijas e hijos ─algunos en brazos y otros en el vientre─, huyeron a la montaña. La Guardia les capturó en la comunidad de Santa María de Tasuá (Bocay) y les encerró en el antiguo cuartel de El Cua donde permanecieron varios meses (reportes contradictorios indican entre tres o seis meses). Al mismo tiempo ‘desaparecieron’ a los hombres capturados.
Violencia sexual como parte de la violencia estatal

Tras sufrir una serie continuada de torturas y violencia sexual para extraer información sobre el paradero de los guerrilleros, ninguna dijo una palabra que los pusiera en peligro. Fueron liberadas bajo amenaza y la bisabuela del clan murió al poco tiempo de salir de la cárcel producto de la violencia recibida.
Diversas fuentes coinciden en afirmar que el periodista Alberto Monzón Fornos publicó en La Prensa la denuncia de las torturas y los asesinatos de sus familiares, causando conmoción nacional. Los detalles fueron plasmados en dos poemas, uno del historiador indigenista y médico Alejandro Dávila Bolaños, y otro del poeta Ernesto Cardenal. De estos relatos nace la reconocida canción Las campesinas del Cua de Carlos Mejía Godoy, que es un homenaje sonoro desgarrador que ilustra, casi textualmente, algunas de las vejaciones que marcaron sus cuerpos y vidas.
Desde Grupo Venancia cerramos este mes de reconocimiento a mujeres que han revolucionado la historia, honrando a todas las que han sido víctimas y sobrevivientes de un sistema que usa nuestros cuerpos como campos de batalla. Repudiamos que la violencia sexual se utilice nuevamente como arma de guerra o tortura, medio de venganza o telegramas políticos entre adversarios.
También honramos a todas las mujeres que han hecho y hacen revolución en el día a día, y nos unimos al clamor de un país que no quiere volver a experimentar jamás este tipo de vejaciones que se siguen perpetrando en nuestra historia reciente.

* Agradecemos la colaboración de Margarita Montealegre y Miguel Álvarez en la búsqueda y corroboración de información.
Fuentes consultadas:
- Artículo Muere Amanda Aguilar, la mujer del Cua, END, 14 de febrero, 2007.
- Artículo ¡Ay! ¡Ay! La patria llorando está. Parecen gritos de parto, los que se oyen por allá, Prensa Latina, 2005.
- Y el verbo se hizo canto, revista Magazine, edición 9, La Prensa, mayo 2004.
- Cultura desde abajo en la fuente del coraje, Raúl H. Mora Lomelí, revista Envío, edición 106, agosto 1990.
Hola, soy Milagros. Tengo un proyecto de un documental sobre importancia y el papel que desempeñaron las mujeres en la Revolución de Nicaragua. Estoy recopilando información sobre las mujeres del Cuá. Necesito contactar con las que estén vivas o con familiares de algunas de las que han fallecido.
Dejo mi contacto para cualquier información, recientemente he descubierto esta revista y me parece que hacen una labor muy bonita e importante.
Eran familia mía, mi nombre es Walter Antonio Pineda Calderón, una tía mía en tercer lugar le tuvo una hija a sandino que falleció