
Que una niña aparezca viva es una situación que da alivio y alegría, lo inaudito es que siga viviendo violencia tras la situación traumática que acaba de vivir. “Producto de la cultura machista, cuando una niña desaparece mucha gente la denigra diciendo que se fue con un hombre y hasta piden que no las busquen. Y las que logran regresar se enfrentan a su propia familia y comunidad diciéndole que le pasó por vaga, que ella se lo buscó y que como ya no es virgen, no vale nada”, nos cuenta Olga Moncada, defensora de la Red de Mujeres del Norte Ana Lucila en Somoto.
Hacer terapia sicológica con la niña en primer lugar es fundamental, pero también hay que trabajar mucho con familiares que se unen a ese coro difamador que atenta contra su dignidad y que la estigmatiza como coautora del delito del que fue víctima, comenta Olga. Y añade que conoce casos de niñas que han abandonado sus comunidades para tener respiro mientras digieren todo lo que les pasó. Por eso es importante promover más reflexión en la comunidad para que tengan claro que el único responsable es el agresor y no la chavala menor de edad, quien es la víctima siempre, subraya.

La defensora explica que la estrategia de muchos abusadores es ‘enamorar’ a las chavalas y hacerles creer que ellas son las que están tomando decisiones, cuando lo que hacen es manipularlas por su ingenuidad, falta de experiencia o vulnerabilidad. La realidad es que si un hombre adulto seduce o manipula a una niña para tener relaciones sexuales en cualquier caso comete delito, sea violación o estupro, entre otros.
En este momento se busca a una adolescente en zonas rurales de Jinotega quien fue secuestrada por un hombre mayor, nos dice Nancy Mora, educadora de Grupo Venancia, quien también es parte de la Red del Norte. “Hacer trabajos temporales es una estrategia. Sabemos que pasaron por una hacienda cafetalera, lo que nos llama la atención es la responsabilidad social, porque cómo es posible que en una hacienda dejen entrar a un hombre mayor con una niña. Eso es encubrir un delito”, apunta.

Familiares son chantajeadas
También hay otra situación grave ligada a estos delitos: familiares que publicaron sus números de teléfono en los anuncios de las niñas desaparecidas son acosadas y chantajeadas por personas sin escrúpulos. “Es una barbaridad el acoso que viven en su mayoría mujeres familiares de niñas desaparecidas, quienes reciben mensajes pidiéndoles fotos desnudas o dinero a cambio de información. Esto suma estrés y sufrimiento a la situación que ya están viviendo. A una familia la estafaron porque entregaron dinero y no recibieron ninguna información”, nos cuenta indignada Nancy.
En dos de los casos de niñas desaparecidas durante este mes, las familiares denuncian haber recibido mensajes prometiendo información si hacen lo que les piden. Olga nos cuenta que varias familiares de Somoto han recibido llamadas falsas o mensajes de este tipo. “Una ya puso denuncia a la Policía y espera que investiguen los números de donde la contactaron, que hagan algo porque siempre dicen que investigan y no hacen nada”, indica.
En Somoto, solo el año pasado recibieron ocho denuncias de chavalas desaparecidas, dos en este mes de enero. Tres de las niñas aparecieron en comunidades rurales de Matagalpa y Jinotega y los secuestradores eran policías, según la defensora. Se sabe que una familia decidió no poner la denuncia, otra sí lo hizo, el policía fue dado de baja y solo le dieron casa por cárcel; y el tercero se dio a la fuga tras ver los mensajes de búsqueda de la niña.
Olga además denuncia que continúa la campaña difamatoria contra las feministas. Una niña que estuvo desaparecida le contó que mientras estaba retenida por el hombre, estuvo recibiendo llamadas y mensajes de una mujer que solo se presentó como “feminista” y que la amenazaba con enviarla a un “reformatorio” para que la “domaran” si no regresaba a su casa, porque estaba metiendo en problemas al hombre que la secuestró, como si era responsabilidad suya estar ahí. “La niña tenía mucho miedo de las feministas por eso. Nos queda claro que quieren ensuciar y dañar el trabajo que hacemos”, finaliza.
