Durante el 2016 Grupo Venancia a través de la campaña De esto sí se habla realizó diferentes procesos de formación en la comunidad de Limixto, Matagalpa. Los Círculos de confianza, que es un espacio para debatir estuvieron acompañados de talleres para reforzar los talentos y habilidades de las y los jóvenes. Se dieron talleres de biodanza a las chavalas y sus madres, batucada, muralismo y torneos de fútbol femeninos. El fútbol se juega a nivel mundial, sin embargo la participación de las mujeres, dependiendo del territorio es poco o nula.
El objetivo principal de estos procesos era llevar la reflexión sobre temas de sexualidad a las y los chavalos de la comunidad. Se habló sobre el significado de ser niñas/mujer y que significa ser niño/hombre, también reflexionamos sobre la cultura, los valores, que es sexo, genero, identidad, socialización y como todo esto influye para ser las personas que somos, así mismo profundizamos sobre el papel asignado a hombres y mujeres donde a las mujeres se nos ha enseñado a ser sumisas y a los hombres a ser valientes y por lo tanto creerse mas que las mujeres.
A las chavalas les preguntamos que significaba para ellas jugar Fútbol. Ellas expresan: “Ser parte de un equipo de fútbol, me gusta, estoy alegre, aprender, me siento bien”, “me permite estar organizada”, “puedo hacer alianzas, nos coordinarnos.” Eso nos motiva a que las chavalas sigan organizadas y jueguen el deporte que les gusta y no el que la sociedad les impone. Buscamos que las jóvenes rompan con los estereotipos sociales, defiendan sus derechos y su libertad.
Las chavalas están motivas y ellas ven el deporte como una oportunidad para que entre hombres y mujeres haya equidad, sean tomadas en cuenta y estén organizadas entre chavalas de diferentes comunidades.
Hoy las jóvenes de Limixto demuestran que se pueden conquistar otros espacios, estos que han sido exclusivos para los hombres, como es el deporte. Es una conquista lenta ya que en la mayoría de los juegos tienen que esperar que los varones les permitan usar el cuadro o tienen que aguantarse insultos y piropos de parte de ellos, luchar para que sus familias las dejen jugar o cargar el estigma social de ser vagas solo por jugar un deporte. Ellas se entrenan por si solas y juegan con otros equipos de fútbol femeninos.