El arcoíris que nos cobija

Un 28 de junio de hace 51 años una redada policial en el bar Stonewall Inn de Nueva York, fue la chispa que encendió el movimiento de liberación llamado homosexual en esa época. A partir de ese día se dieron una serie de protestas masivas que dijeron basta a un sistema que perseguía a quienes no encajaban en el molde heterosexual (hombre-mujer).

Desde 1970 personas de todo el mundo salimos a las calles cada año en esta fecha para mostrar públicamente el orgullo de ser como queramos, reclamando un alto a todas las formas de discriminación y violencias por este motivo. En Nicaragua llevamos varios años marchando públicamente en esta fecha, aunque debido a la situación sociopolítica y ahora la pandemia, llevamos dos sin poder hacerlo.

Este mes desde las diferentes formas posibles nos unimos a la celebración del Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+: Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, Intersexuales, Queer y +, porque defendemos la libertad de elegir cómo sentirnos, expresamos y amar sin imposiciones absurdas.

Desde que nacemos la sociedad nos clasifica con solo mirar nuestros órganos sexuales y se niega a reconocer más de dos sexos. Luego nos empuja a actuar dentro de rígidos modelos masculinos o femeninos que asumen como “natural” algunas características y conductas, que en realidad son aprendidas y niegan el reconocimiento de otras formas de vernos y asumirnos como personas.

Cuando hablamos de diversidad sexual nos referimos a todas las posibilidades que tenemos de asumirnos, expresarnos y vivir nuestra sexualidad. Es el reconocimiento de que todos los cuerpos, todas las sensaciones y todos los deseos tenemos derecho a existir y a manifestarnos. Los derechos humanos nos cobijan y ninguna persona, institución o Estado debe violentarnos.

Aunque hasta ahora se habla abiertamente del tema, y cada día conocemos nuevas identidades, siempre han existido personas que iban contra la norma y por ello han perdido hasta la vida. Como sociedad debemos ampliar la mirada sin definir ni limitar a nadie a partir de cómo se sienta, vista o a quién ama.

Durante mucho tiempo al hablar de diversidad se ha reducido el tema a un asunto de atracción sexual o de amor, y hay mucho más que eso. Es un asunto de derechos, de respeto y reconocimiento como seres humanos, como ciudadanas y ciudadanos de un país. Tenemos derecho a salir de esos modelos que nos limitan y a explorar distintas formas del deseo y el placer, como seres multidimensionales.

Somos de muchos colores y formas diferentes. Ninguna de nuestras características nos hace superiores ni inferiores a nadie. Nuestras diferencias no pueden significar que nos traten de mala manera o tengamos menos oportunidades en la vida, porque todas y todos somos diferentes, pero no desiguales. En el Día Mundial de la Diversidad Sexual reivindicamos nuestro compromiso por un mundo más libre y justo con todas las personas. Por eso defendemos el mensaje de “gustos diferentes, iguales derechos”.

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