
¿Encerramos a las chavalas para que no les pase nada? Alertas por desapariciones y denuncias de violencia o femicidios asustan a cualquiera, en especial a madres y padres de familia que extreman las medidas para proteger a sus hijas en tiempos tan convulsos. Pero la vida continúa y las chavalas tienen derecho a seguir adelante con sus estudios, trabajos o recreación.
“Tengamos claro que no las podemos encerrar en una burbuja para protegerlas, y que, como la violencia es un problema estructural, las medidas tienen que incluir al Estado, la comunidad, la sociedad, la familia y los medios de comunicación, aparte del aspecto personal. En la parte que toca a padres y madres lo importante es pensar siempre en la prevención y eso se logra desde que las niñas son pequeñas”, nos dice Ruth Marina Matamoros, sicóloga feminista con más de 20 años de experiencia. A continuación algunas de sus recomendaciones:
Desarrollar la comunicación y la confianza: hay que incentivarles a que hablen con sus madres y padres de lo que viven, sienten y opinan desde niñas. Eso ayuda a que nos tengan confianza, por eso hay que escucharles, preguntarles siempre qué opinan, y cuando sus respuestas no nos gusten, no recriminarles, sino ofrecerles argumentos para que razonen. Si se les educa con afecto, respeto, y sin violencia, tienen más fortaleza para alertar, contar y expresar cualquier situación abusiva. Por eso es importante hablar, dialogar y escuchar.
Escuchemos sus NO: como personas adultas aprendamos a escuchar el NO de niñas y niños preguntándoles el porqué de esos no. Eso les ayuda a que no tengan temor a decir NO cuando otra persona les diga que si no hacen tal cosa les van a hacer algo; también les ayuda a que resistan las represalias de quienes les amenazan. Hay que enseñarles a que su palabra tiene poder, adaptado a su edad.
Hablemos de sexualidad: sin importar la edad, hay que abordar el tema demostrándoles que no es un tema prohibido. Investiguemos para saber cómo hablar del tema según la edad, pero es básico enseñarles el nombre correcto de las partes de su cuerpo: vulva, senos, pene, ano y que nadie debe tocar sus partes privadas. Si ya son adolescentes se recomienda explicarles que nadie puede presionarlas a hacer algo en el campo erótico o afectivo que no quieran, eso debe ser consentido. Que les quede claro que el consentimiento implica tomar decisiones informadas con límites claros con la otra persona, y que, aunque en un momento hayan dicho que sí, se vale arrepentirse, cambiar de idea, parar y decir que no.

Repitamos “mi cuerpo es mío”: este es un lema para que aprendan que su cuerpo es privado y nadie tiene derecho de tocarles o dañarles. Esto también implica cambiar nuestro chip porque hay costumbres dañinas como obligarles a saludar gente con besos y abrazos, aunque no quieran. Esto abre la puerta a que se acostumbren a aguantar tocamientos y otros delitos. Se les puede enseñar a decir no con educación sin obligarles a hacer algo con su cuerpo. Insistamos siempre en que su cuerpo es suyo y nadie debe obligarle a hacer cosas que le hagan sentir incomodidad, vergüenza o miedo.
Pongamos límites: las chavalas deben estar preparadas para defenderse en el momento en que lo necesiten, por eso hay que establecer límites que les ayuden a identificar por dónde moverse con seguridad en diferentes espacios. Los límites son necesarios para que las personas se desenvuelvan en la vida y para que tomen conciencia de lo importante que es la responsabilidad. Por eso hay que explicarles las cosas que no se pueden hacer y qué podría pasar si incumplen las reglas. Eso les ayudará a decir no a las diversas situaciones que se puedan enfrentar.
Acordemos contraseñas: en muchos casos de secuestro, la gente se acerca diciendo que viene en nombre de sus padres o madres que están en una situación de emergencia. Por eso es importante acordar una palabra clave o contraseña con las hijas que indique que esa persona va de su parte, y si no lo hace es una señal de alerta y debe pedir ayuda de inmediato.
Conozcamos a sus amistades: partamos de que necesitan tener una red afectiva aparte de la familia y promovamos que nos presenten a sus amistades. Ahora con tanta comunicación en redes sociales, hay que fomentar que las amistades que tengan sean personas reales y no solo se comuniquen por chat.
Aprendamos a manejar la tecnología: estamos en la era digital y hay muchos delincuentes que usan las redes sociales para engañar a las chavalas. Por eso tenemos que saber cuáles son las redes que más usan y aprender medidas de seguridad para explicarles los riesgos de cada una, en especial de subir fotos, compartir ubicación o dar detalles de vida cotidiana.

Dejémoslas salir, pero con un plan de seguridad y acuerdos: en primer lugar, aseguremos que tengan recarga y acordemos que no se gasten todo el saldo para que avisen por cualquier emergencia. Pedirles que vayan en grupo y que haya al menos una persona que no consuma bebidas embriagantes. Que les abran las bebidas en su presencia y que no acepten ninguna de personas desconocidas. Asegurar el transporte de regreso y activar ubicación real en Whatsapp para ver la ruta que van siguiendo, entre otras.
Hablemos de hacerle caso a su instinto: esta es una reacción espontánea que favorece nuestra sobrevivencia y que podemos sentir en el cuerpo alertándonos. Es importante que aprendan a escuchar las emociones y sensaciones, si son de incomodidad, vergüenza o angustia, y de ahí tomen decisiones que les protejan.
Ayudemos a preparar un plan de seguridad: que desde antes de salir acuerden con sus amistades qué hacer en diferentes escenarios. Avisar cuando llegan al sitio y cuando salen es clave, hay que estarles monitoreando y el acuerdo debe ser que respondan o pierden privilegios. Si por algún motivo van caminando de regreso y ven que alguien les sigue en un vehículo, recomendarles correr en dirección contraria, y si se ven amenazadas que griten con todas sus fuerzas “fueeegooooo”, en lugar de auxilio, ya que esta palabra atrae más la atención de la gente.
Fuentes documentales: educarestodo.com • suplemento Actuemos contra el abuso sexual, Alianza Intercambios 2007.
